Gabo y el futuro de la industria editorial: Una muerte que es una resurrección

Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare, Sor Juana Inés de la Cruz y ahora Gabriel García Márquez, entre otros inmortales de la literatura universal, decidieron dejar la realidad de este mundo para emprender su viaje al Olimpo durante el mes de abril y allí reunirse por fin con las divinas musas inspiradoras que les regalaron sus dones y sus amores.

Ya no puede negarse que tales fallecimientos durante este mes primaveral sean una casualidad: Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día, un 23 de abril, y Sor Juana Inés de la Cruz y García Márquez, un 17 de abril.

Fue tanto el amor del colombiano a su México querido, que no perdió oportunidad de despedirse de este mundo en la misma fecha de la muerte de la más ilustre mexicana Sor Juana Inés, ni tampoco podía perder la oportunidad real y maravillosa de despedirse un Jueves Santo como la matriarca de los Buendía, doña Úrsula Iguarán, en Cien Años de Soledad.

La muerte del Nobel colombiano disparó las ediciones y re-ediciones, así como las ventas y la relectura de sus libros en todo el mundo, con dos características interesantes: por una parte las personas se volcaron masivamente a sus libros impresos, pero al mismo tiempo, con curiosidad insaciable, leyeron en los formatos digitales de los periódicos y revistas del planeta, la multitudinaria miscelánea de anécdotas, ensayos, crónicas, informes y estudios sobre la vida, obra y milagros del que ahora sí y de manera oficial es uno de los clásicos de la literatura universal, Gabo.
 

¿Desaparecerá el libro impreso?

Surge entonces nuevamente el debate sobre el futuro de la industria editorial en lo referente al libro impreso: ¿desaparecerá por el libro electrónico o prevalecerá? Y, de acuerdo con esa respuesta, ¿qué ruta debe seguir la industria editorial?

Umberto Eco, el famoso escritor italiano, publicó un libro cuyo título lo dice todo: “No esperéis libraros de los libros”. Sus razones no son un inveterado amor melancólico y terco hacia el papel. Eco asegura que en esta cultura de lo instantáneo, lo desechable y lo temporal, los soportes digitales tienen una vida corta y que el ciberespacio, donde supuestamente reposaría el conocimiento humano, está amenazado por virus tan perversos y dañinos como millones de bombas nucleares que podrían hacer desaparecer toda la información virtual.

Otros piensan diferente: Según la Revista Future, en su artículo “El futuro del libro en la era digital”, estamos viviendo los últimos días de la era de la impresión. Los nuevos modelos de economía llevarán a la transformación del pago de los derechos de la propiedad intelectual en la Internet, siendo la protección de estos derechos la principal barrera actual para impedir la publicación en la Red de textos completos. Los autores del artículo consideran que los libros migrarán hacia el ciberespacio y la pantalla remplazará al papel.

Si el libro impreso pierde la batalla y los libros electrónicos conquistan el futuro, será porque la cultura de acceso al conocimiento cambiará radicalmente, se masificarán los soportes tecnológicos, incluso entre los más desamparados, y los autores recibirán incentivos económicos antes de permitir su difusión libre.
 

Transformación Productiva

Uno de los argumentos más exitosos de Umberto Eco para defender la perpetuidad del libro entre los seres humanos es histórica: los nuevos medios de expresión no han acabado con los anteriores. Por ejemplo, explica, la radio no terminó con los periódicos; el cine no terminó con el teatro; la televisión no terminó con el cine ni con la radio. Todos estos medios hicieron lo único que podían hacer: transformarse, y nosotros agregamos que estos medios emprendieron una Transformación Productiva.

¿Por qué hemos hecho énfasis en el término “Transformación Productiva” y no lo dejamos simplemente en “Transformación”? La respuesta, para el caso de la industria editorial, es que bien sea que el libro impreso prevalezca o desaparezca, la industria editorial en todo caso debe preparase para ser exitosa en ambos escenarios. 

Ya se aprecian algunas ofertas que ejemplifican la transformación productiva de la industria editorial: hay ofertas de libros a pedido. Un editor no imprimirá miles de libros para vender quizá sólo unos pocos, sino que a medida que reciba pedidos imprimirá a bajo costo porque tendrá almacenada la información y podrá imprimirla con características de calidad y costo según el lector que la solicite.

La industria también deberá centrarse en los contenidos para ser competitiva porque al fin y al cabo la calidad de la información es lo que vende. ¿Qué sentido tiene continuar produciendo libros que la gente no compra? Las editoriales deben centrarse más en cazar los talentos, porque son ellos quienes en verdad dan soporte a la industria.

Pero la transformación productiva también es innovación. De acuerdo con la Revista Future, “el laboratorio de la empresa Xerox anunció el “papel inteligente” (una delgada hoja, flexible) hecho de minúsculas esferas, blanco por un lado y negro por el otro; se parece algo a una pantalla de LCD, pero la superficie es flexible en lugar de rígida, como una hoja de papel. En un futuro el libro inteligente estaría compuesto de estas páginas con una médula central que las une y contienen componentes electrónicos, mediante lo cual se podría lograr bajar un texto como libro electrónico y disfrutarlo como uno impreso”.


No conocemos aún las posibilidades de la hiper-realidad tecnológica que seguramente nos brindará opciones táctiles para no perder el viejo hábito de mojar los dedos con la lengua para pasar las hojas o nos brindará sensaciones de peso y de versatilidad en las tabletas del mañana.
 

Industria editorial en Colombia

Bajo el liderazgo del Programa de Transformación Productiva PTP del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y con la participación de cientos de empresarios, asesores y consultores, el sector editorial y de la industria gráfica, Colombia vislumbró un Plan de Negocio con horizontes de corto, mediano y largo plazo, el cual concluyó que, en esencia, para que la Industria de la Comunicación Gráfica sea reconocida en el año 2032 como una campeona regional y tenga una participación relevante en las exportaciones del continente americano, se debe aumentar la oferta de servicios de valor agregado; incrementar su orientación al exterior; alcanzar una alta madurez y cooperación entre sus miembros; y reducir la informalidad.


Para lograrlo, el país puede desarrollar nuevos servicios con valor agregado, como por ejemplo la edición y procesamiento de contenido digital en español para América Latina y el mercado hispano en Estados Unidos, a través de la incorporación de nuevas tecnologías en el proceso productivo.

Además, la industria colombiana puede aprovechar el buen posicionamiento que ha tenido en el mercado de libros para desarrollar servicios innovadores relacionados con el mercado editorial; desarrollar productos competitivos en los mercados internacionales, los cuales deben contar con certificaciones de calidad y ambientales; y celebrar convenios de cooperación técnica con organismos internacionales que permitan implementar estrategias de innovación permanente para mejorar la competitividad de la industria en los mercados atendidos.

La apuesta es ponerse a tono con las demandas ambientales, con productos biodegradables y de bajo consumo de recursos, fomentar al uso de materiales reciclables, pero sobre todo ofrecer valor agregado y contenidos de calidad, es el gran desafío.


Por lo pronto, la muerte del más grande escritor latinoamericano de todos los tiempos, como el Ave Fénix, está propiciando un renacimiento del libro impreso a la industria editorial, cuya vida será larga si logra reinventarse y adaptarse a las nuevas demandas del futuro.

Uno de los hombres que rindió más culto a los libros, a pesar de su ceguera, fue el argentino Jorge Luis Borges, quien propuso en uno de sus poemas que en la Creación del Mundo, las palabras fueron primero que las cosas (El Golem), tal como también plantea la Biblia, y estas palabras prevalecen sólo en los libros. Borges también cita al francés Stéphane Mallarmé, quien afirmó que “el mundo existe sólo para escribir un libro”. Otro novelista francés, León Bloy, aseguró que “somos versículos o palabras o letras de un libro mágico, y ese libro incesante es la único única cosa que hay en el mundo”.

Cierto o no, el hijo de un pobre telegrafista, nacido en uno de los municipios más olvidados de un país que no era conocido por sus excelsa literatura, ha sido honrado con las más altas dignidades por mandatarios, emboladores, monarcas, mendigos, intelectuales, académicos, niños, viejos y jóvenes de todas las clases sociales, y ese amor generoso y desinteresado, esos laureles de gloria suprema, sólo se los concedieron gracias a los libros que escribió. 

Esta muerte ha sido una resurrección, pues García Márquez está hoy más vivo que nunca, y la industria editorial también.

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